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Annie Besant
Los cuerpos de la mente.
El Aura Humana.
A.- EL CUERPO MENTAL
B.- EL CUERPO CAUSAL
C.- EL CUERPO ESPIRITUAL
D.- CUERPOS TEMPORALES
* E.- EL AURA HUMANA
E.
EL AURA
HUMANA
Nos
hallamos ahora en situación de poder comprender lo que es realmente el
aura humana en todo su significado. Es el hombre mismo, manifiesto a la
vez en los cuatro planos de conciencia, en los cuales puede obrar con
arreglo a su desarrollo; es el agregado de sus cuerpos, de sus vehículos
de conciencia, en una palabra, es la' forma en que aparece el hombre, y
de este modo es como debemos considerarlo y no como simple esfera o
nube que le rodee. El más glorioso de todos es el cuerpo espiritual,
visible en los Iniciados, a través del cual funciona el fuego átmico
vivo: es la manifestación del hombre en el plano búddhico.
Luego
viene el cuerpo causal, el cual se manifiesta en lo más elevado del
mundo devachánico, en los niveles Arupa del plano de la mente, donde el
individuo tiene su morada propia; después sigue el cuerpo mental que
pertenece a los niveles devachánicos inferiores, y luego el cuerpo
astral, el etéreo y el denso sucesivamente, formando cada uno de la
materia de su propia región, y expresando al hombre tal como es en cada
cual de ellas. Cuando el investigador mira al ser humano, ve todos estos
cuerpos que lo constituyen, mostrándose separadamente, por razón de sus
diferentes grados de materia, que señalan el estado de desarrollo que
el hombre ha alcanzado. Cuando el estudiante ha desarrollado la visión
superior, ve a cada uno de estos cuerpos en completa actividad, y
percibe al cuerpo físico como una especie de cristalización densa en el
centro de los demás cuerpos, los cuales lo compenetran y se extienden
fuera de su periferia, siendo el físico el más pequeño.
Luego
viene el astral, mostrando el estado de la naturaleza kámica, que
constituye una parte tan grande en el hombre vulgar, lleno de pasiones,
groseros apetitos y emociones, y varía en delicadeza y en color, según
el hombre es más o menos puro; es muy denso en los tipos más groseros,
más delicado en los más finos, y de lo más refinado en los hombres muy
avanzados en la evolución. Luego sigue el cuerpo mental, de pobre
desarrollo en la mayor parte, pero hermosísimo en muchos, y de gran
variedad de colores conforme al tipo mental y moral.
Viene
después el cuerpo causal, apenas visible en los más, y que sólo se
distingue examinando minuciosamente al hombre; tan poco desarrollado se
halla, tan respectivamente tenues son sus colores y tan débil es en su
actividad; pero cuando llegamos a ver un alma adelantada, este cuerpo y
el superior llaman la atención en el acto por representar
característicamente al hombre; radiantes de luz, de lo más glorioso y
delicado en sus matices, presentan tonos que ningún lenguaje podría
describir, porque no tiene sitio en el espectro terrestre: tonos de
color, no sólo de lo más puro y hermoso, sino enteramente distintos de
los colores que se conocen en los planos inferiores, pues son otros
nuevos, que demuestran en aquellas elevadas regiones el progreso del
hombre por lo que hace a los poderes y cualidades sublimes que en ellas
existen.
Si somos tan afortunados que tengamos la dicha de ver
uno de los Grandes Seres, lo veremos en esta forma viva, potente en
vitalidad y color, radiante y gloriosa, manifestando su naturaleza por
su mismo aspecto, más hermosa que cuanto pueda expresar la palabra, más
resplandeciente que cuanto pueda pintar la imaginación; y, sin embargo,
lo que él es, todos lo serán un día; lo que él es de hecho, existe en
cada hombre como posibilidad.
Hay un punto cerca del aura que
debo mencionar, por ser de utilidad práctica. Podemos hasta cierto
punto, defendemos de la invasión de los pensamientos exteriores,
abroquelándonos dentro de una esfera formada de la sustancia del aura.
Esta responde con gran facilidad al impulso del pensamiento, y si con un
esfuerzo de la imaginación nos forjamos su límite exterior consolidado
como una especie de concha, construiremos en realidad un muro protector
alrededor nuestro. Esta, a modo de coraza, impedirá que penetren en el
aura los pensamientos vagabundos que llenan la atmósfera astral, y
eludirá la influencia perturbadora que ejercen en las mentes no
ejercitadas, así como también podrá evitarse el agotamiento de vitalidad
que sentimos algunas veces, sobre todo cuando nos ponemos en contacto
con gente que inconscientemente vampiriza a los que se hallan a su lado.
Los que sean muy sensitivos y se sientan exhaustos por semejantes
pérdidas de vitalidad, harán bien en defenderse de esta manera.
Tal
es el poder del pensamiento humano en la materia sutil, que sólo el
imaginarse estar colocado dentro de una coraza protectora, viene a
construir la realidad de esta defensa en torno nuestro.
Observamos
a los seres humanos a nuestro alrededor, podemos verlos en todos los
grados de desarrollo, manifestándose por medio de sus cuerpos, con
arreglo al plano que han alcanzado en la evolución, viviendo en plano
tras plano del Universo, actuando en regiones tras regiones, a medida
que desarrollan los vehículos respectivos de conciencia; pues nuestra
aura muestra exactamente lo que somos; le añadimos algo a medida que
crecemos en la verdadera vida; la purificamos, según nuestras vidas sean
nobles y puras, y tejamos en ella cualidades más y más elevadas.
¿Es
posible que alguna otra filosofía de la vida esté más llena de
esperanza, de fuerza y de alegría que ésta? Mirando el mundo de los
hombres únicamente con los ojos físicos, lo vemos degradado, miserable,
aparentemente sin esperanza, tal como es en verdad para los ojos de la
carne; pero este mismo mundo se nos aparece bajo un aspecto
completamente distinto cuando lo miramos como la vista superior. Vemos, a
la verdad, el pesar y la desdicha, la degradación y la vergüenza, pero
sabemos que son pasajeras, que son temporales, que pertenecen a la
infancia de la raza, y que la raza se sobrepondrá a ellas; pues
considerando a los más inferiores y más viles, a los más degradados y
brutales, podemos sin embargo, ver sus posibilidades, divinas, podemos
penetrar lo que serán en el porvenir.
Este es el anuncio de
esperanza traído por la Teosofía al mundo occidental, el anuncio de la
universal redención de la ignorancia, y por tanto, de la universal
emancipación de la desdicha, no soñado, sino real, no en esperanzas,
sino convertido en certidumbre. Todos los que en su vida están
demostrando el desarrollo, son, por decirlo así, una nueva realización y
confirmación de este anuncio; por todas partes aparecen ya los primeros
frutos, y el mundo entero llegará a estar un día maduro para la
cosecha, y llevará a cabo el objeto para el cual el Logos lo dio a luz.
Extracto de EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
ANNIE BESANT
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