domingo, 31 de octubre de 2021

share: - Annie Besant ~ El Hombre. IV de IV

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Annie Besant 

~ El Hombre. 

IV de IV

Durante todo su ascenso, el hombre desecha cuerpo tras cuerpo, y sólo al llegar a los niveles arupa del mundo manásico, es cuando puede decirse que ha traspasado las regiones en donde domina el centro desintegrador de la Muerte, cuando sale finalmente de sus dominios y habita el cuerpo causal sobre el que aquélla no tiene poder alguno, y en el cual el hombre encierra todo lo que ha reunido. 

De aquí el hombre mismo de cuerpo causal, porque todas las causas que tiene por efecto las encarnaciones futuras residen en él; por tanto, el hombre tiene que principiar a funcionar en plena conciencia en los niveles arupa del mundo manásico en su cuerpo causal, antes de que pueda llevar consigo la memoria a través del golfo de la muerte.

Un alma sin desarrollo que entre en esta elevada región, no puede conservar en ella la memoria; penetra en ella llevando consigo todos los gérmenes de sus cualidades; tiene lugar un contacto, un relámpago de conciencia que abarca el pasado y el porvenir, y el Ego deslumbrado se hunde en la senda que conduce a la reencarnación. 

En su cuerpo causal lleva los gérmenes, y en cada plano que atraviesa exterioriza los que al mismo pertenecen, los cuales atraen la materia de este plano que le es completamente afín; así, en los niveles inferiores del mundo manásico, los gérmenes mentales atraen a su alrededor la materia de aquellos niveles para formar el nuevo cuerpo mental, y esta materia muestra las características mentales que le da el germen en ella encerrado, del mismo modo que la bellota se transforma en una encina, reuniendo los materiales apropiados del suelo y de la atmósfera.

La bellota no puede desarrollar un abedul ni un cedro, sino sólo una encina; y de la misma manera el germen mental se desarrollará con arreglo a su propia naturaleza y no de otro modo; y he aquí cómo obra el Karma en la construcción de los vehículos, y cómo el hombre cosecha con arreglo a la semilla que siembra. 

El germen que brota del cuerpo causal sólo puede crecer según su naturaleza, atrayendo a sí el grado de materia que el es propio, y dando a esta materia su forma característica, de modo que produzca lo que corresponde a la cualidad que el hombre se formó en el pasado.

Cuando llega al mundo mental brotan los gérmenes que a éste pertenecen y atraen alrededor de sí la materia astral y esencia elemental que les son propias; de este modo reaparecen los apetitos, emociones y pasiones que pertenecen al cuerpo de deseos o cuerpo astral del hombre, reformado de este modo a su llegada al plano astral. 

Por tanto, para que la conciencia de las vidas anteriores se conserve a través de todos estos procesos y de todos estos mundos, tiene que existir en completa actividad en el plano elevado de las causas, el plano del cuerpo causal; y si la gente no recuerda sus vidas pasadas, es porque aún no son conscientes en el cuerpo causal como vehículo, el cual no posee actividad funcional alguna propia. 

La esencia de su vida, su "Yo" real, del que todo procede, existe, pero no funciona aún activamente; no es todavía consciente por sí, aunque sí inconscientemente activa; y hasta que no sea por completo consciente por sí, la memoria no puede pasar de un plano a otro, y por tanto de una vida a otra.

A medida que el hombre avanza, brotan relámpagos que iluminan fragmentos del pasado; pero estos relámpagos tienen que convertirse en una luz continua antes que se establezca la memoria consecutiva.

Podrá preguntarse si es posible contribuir a la ocurrencia de tales relámpagos, si es posible apresurar este crecimiento gradual de la actividad en los planos superiores: el hombre inferior puede trabajar a este fin, si tiene paciencia y valor; puede tratar de vivir más y más en el yo permanente, retirar más y más el pensamiento y la energía, según sea la intensidad de su deseo, de las trivialidades y cambios de la vida ordinaria.

No quiere esto decir que el hombre se vuelva soñador, abstraído y errante, un miembro inútil del hogar y de la sociedad; antes al contrario, deberá cumplir con todos los deberes que el mundo le impongan, y cumplirlos con la mayor perfección, propia de la grandeza del hombre que lo ejecuta; no puede hacer esto grosera e imperfectamente como el hombre menos desarrollado pudiera verificarlo; pues para él el deber es el deber, y en tanto que alguien o algo pueda exigir alguna cosa de él, debe pagar su deuda hasta el último céntimo: todos los deberes tienen que ser cumplidos tan perfectamente como sea posible hacerlo, con todas las facultades y toda la atención.

Pero el interés del hombre no debe estar en estas cosas; sus pensamientos no deben estar pendientes de los resultados, sino que en el instante mismo en que el deber se ha cumplido y se encuentra libre, su pensamiento debe volar a la vida permanente, deberá elevarse al plano superior con impulso enérgico hacia arriba, y vivir allí dando su verdadero valor a las trivialidades de la vida del mundo. A medida que haga esto con firmeza, y trate de ejercitarse en las cosas abstractas y elevadas, empezará a vivificar los lazos de unión superiores de la conciencia, y traer a esta vida inferior la conciencia, que es él mismo.

El hombre es siempre el mismo, en cualquier plano que funcione, y su triunfo tiene lugar cuando puede obrar en todos los cinco planos con conciencia no interrumpida. Aquellos que llamamos los Maestros, los "Hombres perfeccionados", funcionan en estado de vigilia, no sólo en los tres planos inferiores, sino también en el cuarto, el plano de unidad, llamada Turiya en el Mandukyopanishad, y en el que le sigue, el plano de Nirvana. En ellos se ha contemplado la evolución, el ciclo ha sido recorrido hasta su final, y lo que ellos son, lo serán los que se hallan subiendo lentamente. Esta es la unificación de la conciencia; el vehículo permanece en estado de emplearse, pero ya no puede aprisionar, y el hombre usa cualquiera de sus cuerpos con arreglo a la obra que tiene que llevar a efecto.

De este modo se conquista la materia, el tiempo y el espacio, y sus barreras dejan de existir para el hombre unificado. Al subir ha encontrado que en cada grado hay menos y menos barreras; aun en el plano astral la separación de sus hermanos es menor que aquí abajo, es mucho menos efectiva. Se viaja tan velozmente en el cuerpo astral, que puede decirse que el espacio y el tiempo se han conquistado; pues aunque el hombre sabe que pasa a través del espacio, lo verifica tan rápidamente, que su peder de separar los seres queridos ya no existe; sólo esta primera conquista anula la distancia física.

Cuando se eleva al mundo mental, encuentra que posee otro poder; piensa en un lugar y se ve en él; piensa en un amigo, y éste se halla ante él; aun en el tercer plano la conciencia trasciende las barreras de la materia, del espacio y del tiempo, y se halla presente en cualquier lugar a voluntad; todas las cosas que se ven, se ven de golpe, en el momento en que la atención se fija en ellas; todo lo que se oye, se oye por una sola impresión; el espacio, la materia y el tiempo que se conocen en los mundos inferiores, desaparecen, y la sucesión ya no existe en el "eterno presente".

Cuando se eleva aún más, las barreras de la conciencia también desaparecen y se siente unificada con las demás conciencias, con las demás cosas vivas; puede pensar como ellos piensan, sentir como ellos sienten, saber como ellos saben; puede hacer suyas, por un momento, sus limitaciones, para comprender exactamente cómo piensan, sin perder por eso su propia conciencia; puede emplear su mayor conocimiento para ayudar el pensamiento más estrecho y restringido, identificándose con él a fin de ensanchar sus límites; en resumen, cambia por completo sus funciones en la Naturaleza, desde el momento en que ya no está separado de los demás, identificándose con el Yo que es uno para todos, y enviando sus energías desde el plano de la unidad.

Hasta respecto de los animales inferiores, pueden sentir de qué modo existe el mundo para ellos; de suerte que puede prestarles exactamente la ayuda que necesitan, y darles el auxilio tras que andan tanteando ciegamente. Por tanto, su conquista no es para él, sino para todos, y si adquiere poderes más vastos, es sólo para ponerlos al servicio de todo lo que le es inferior en la escala de la evolución, y de este modo hace suya la conciencia del mundo todo; pues para ello aprendió a sentir en sí mismo cada grito de dolor, cada palpitación de alegría o de pena. Todo se ha alcanzado, todo se ha obtenido, y el Maestro es el hombre "a quien nada le queda por aprender".

Por esto queremos decir, no que todo conocimiento posible se halle presente en su conciencia en cualquier momento dado, sino que en cuanto se refiere a este grado de la evolución, nada haya velado para él, nada que no pueda penetrar por completo en el momento mismo en que se fije su atención; dentro de este círculo de evolución no hay nada en todo lo que vive -y todas las cosas viven- que no pueda comprender, y por tanto, nada que no pueda auxiliar.

Este es el triunfo final del hombre. Todo lo que hemos descrito carecería de valor, sería trivial, si se obtuviese para el yo limitado que reconocemos como yo aquí abajo; todos los pasos, queridos lectores, hacia los cuales he tratado de induciros, no valdrían la pena de darlos, si hubieran de llevaros finalmente a una meta aislada, aparte de todos los yos pecadores y que sufren, en lugar de conduciros al corazón de las cosas, donde ellas y vos no formáis más que uno.

La conciencia del Maestro se extiende en todas las direcciones adonde la dirige, se asimila todo punto en que la fija, sobre todo lo que quiere saber, y todo esto con objeto de poder ayudar con toda perfección, sin que haya nada que no pueda ser objeto de su auxilio, nada que no pueda sentir, nada que no pueda prever, nada que no pueda esforzar y socorrer en su evolución; para él el mundo entero es un todo que evoluciona, y sus funciones en él son las de un auxiliar de la evolución; puede identificarse con todos los grados de la misma, y prestar en cada grado la ayuda requerida. Ayuda a los reinos elementales en su evolución descendente, y a la evolución de los minerales, vegetales, animales y hombres, y a cada uno en la forma que respectivamente necesita, y los ayuda como si todo fuera él mismo; pues la gloria de su vida es que todo es él mismo, y sin embargo, a todo puede auxiliar, en cuyo acto siente y conoce que aquello a que presta ayuda, es él mismo.

El misterio de cómo puede suceder esto, se desenvuelve gradualmente a medida que el hombre se desarrolla, y que la conciencia se ensancha para abarcar más y más, a la vez que se hace más vívida y más vital, sin perder el conocimiento de sí misma. Cuando el punto se ha convertido en la esfera, la esfera se ve a sí misma que es el punto; cada punto lo contiene todo, y sabe que es uno con todos los demás puntos; se ve que lo externo es sólo el reflejo de lo interno; la Realidad es la Vida Una, y la diferencia sólo una ilusión que se llega a dominar.

Extracto de EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
ANNIE BESANT

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domingo, 24 de octubre de 2021

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Annie Besant 

 El Hombre

III de IV


Y ahora pasemos a ocupamos de los eslabones que unen estos diferentes cuerpos, los cuales existen en un principio sin que el hombre tenga conciencia de ello. 

Existen, porque de otro modo, no podría pasar del plano de la mente al del cuerpo; pero él no tiene conciencia de su existencia, y no están activamente vivificados; son como lo que se llama en, el cuerpo físico órganos rudimentarios. 

Todo conocedor de biología sabe que los órganos rudimentarios son de dos clases: una que presenta las huellas de los estados por los cuales ha pasado el cuerpo en la evolución, mientras que la otra indica las líneas del desarrollo futuro. 

Estos órganos existen, pero no funcionan, y su actividad en el cuerpo físico pertenece al pasado o al porvenir: está muerta o no ha nacido aún. 

Los eslabones que me aventuro a llamar por analogía órganos rudimentarios de la segunda clase, relacionan el cuerpo denso y el etéreo con el astral: a éste con el mental y al mental con el causal.

Ellos existen, pero tienen que traerse a la actividad, esto es, tienen que ser desarrollados, y lo mismo que sus tipos físicos, sólo pueden serio por el uso; la corriente de vida transcurre a través de ellos, como asimismo la corriente mental, y de este modo sostienen su vida y se alimentan; pero sólo son puestos gradualmente en actividad funcional cuando el hombre fija su atención en ellos y dedica su voluntad a su desarrollo. La acción de la voluntad principia a vivificar estos enlaces rudimentarios, y poco a poco, quizás muy lentamente, principian a funcionar: esto es, el hombre comienza a usarlos para el paso de su conciencia de uno a otro vehículo.

En el cuerpo físico hay centros nerviosos, pequeñas agrupaciones de células nerviosas, y tanto las impresiones externas como los impulsos del cerebro, pasan a través de estos centros. Si alguno de ellos se desarregla, prodúcese inmediatamente una alternación, y la conciencia física se perturba. En el cuerpo astral existen centros análogos, pero en el hombre no desarrollado son rudimentarios y no funcionan; son lazos de unión entre el cuerpo físico y el astral, entre el astral y el mental, y a medida que procede la evolución, son vivificados por la voluntad, poniendo en libertad y guiando a la "serpiente de fuego" llamada Kundalini, en los libros indios. El período preparatorio para la. acción directa que liberta a Kundalini, es la educación y la purificación de los vehículos; pues si esto no se lleva a efecto por completo, el fuego resultaría una energía destructora en lugar de vivificante, y ésta es la razón porque he insistido tanto en la purificación, y la recomiendo como preliminar necesario para todo verdadero Yoga.

Cuando el hombre ha llegado a un estado en que puede recibir sin peligro ayuda para vivificar estos lazos de unión, esta ayuda le viene, como cosa natural, de aquellos que están siempre buscando las ocasiones de auxiliar al aspirante sincero y desinteresado. Entonces, un día el hombre encuentra que puede salir del cuerpo físico, estando completamente despierto, y sin interrupción alguna en su conciencia se ve en libertad. Cuando verifica esto unas cuantas veces, el paso de un vehículo a otro se hace familiar y fácil.

Cuando el cuerpo astral deja al físico en el sueño, hay un breve período de inconciencia, y hasta el hombre que funciona activamente en el plano astral, no puede unir las dos conciencias al despertar; y con la misma inconciencia con que deja el cuerpo, volverá probablemente a entrar en él; puede tener una conciencia vívida y completa en el plano astral, y sin embargo, estar representada aquélla en el cerebro físico por un olvido completo; pero cuando el hombre deja el cuerpo en estado de vigilia, habiendo puesto en actividad los lazos de unión entre los dos vehículos, entonces ha echado un puente sobre el abismo, y para él éste ya no existe, pasando su conciencia velozmente de un plano a otro, y reconociéndose el mismo hombres en ambos.

Mientras más se ejercite el cerebro físico para responder a las vibraciones del cuerpo mental, más se facilita el paso del abismo entre la noche y el día. El cerebro se hace cada vez más el instrumento obediente del hombre, transmitiendo sus actividades bajo el impulso de su voluntad, lo mismo que un caballo bien domado responde al movimiento más ligero de la mano y de la rodilla. El mundo astral está abierto para el que ha llegado a unir así los dos vehículos inferiores de conciencia y le pertenece con todas sus posibilidades, con todos sus más amplios poderes y mejores oportu-nidades para ser útil y prestar auxilio a los demás. Luego viene la alegría de poder ayudar a desgraciados que no tienen conciencia de agente por cuyo medio reciben el auxilio, de derrama el bálsamo en las heridas que entonces parece que se curan por sí mismas, de levantar pesadas cargas que parecen aligerarse milagrosamente de encima de los doloridos hombros por ellas abrumados.

Pero algo más que esto se necesita para enlazar una vida con otra; conservar la memoria sin interrupción día y noche, sólo significa que el cuerpo astral funciona perfectamente, y que los lazos que lo unen al cuerpo físico se hallan en completa actividad; pero si el hombre quiere tender un puente de comunicación entre vida y vida, tiene que hacer mucho más que funcionar conscientemente en el cuerpo astral, y más que actuar con completa conciencia en el cuerpo mental; pues éste se compone de materiales de los niveles inferiores del mundo manásico, y la reencarnación no parte de ellos. El cuerpo mental se desintegra a su debido tiempo, lo mismo que los vehículos astral y físico, y no puede, por tanto, transferir nada; la cuestión de que depende la memoria de las vidas pasadas, es la siguiente: ¿Puede o no el hombre funcionar en los planos superiores del mundo manásico en su cuerpo causal?

El cuerpo causal es el que pasa de una vida a otra; en él se encierra todo, en él es donde todas las experiencias quedan, pues la conciencia es atraída al mismo, y el descenso a la reencarnación viene de su plano. Fijémonos en los estados de la vida fuera del mundo físico, y veamos hasta dónde se extienden los dominios del Rey Muerte. El hombre se retira de la parte densa del cuerpo físico; éste se desprende, se desintegra, y sus componentes son devueltos al mundo físico: nada queda de él que pueda conservar la memoria; se encuentra luego en la parte etérea del cuerpo físico, pero en el espacio de algunas horas se desprende de éste, el cual se disuelve en sus elementos, y por tanto, ninguna clase de memoria relacionada con el cerebro etéreo puede salvar el abismo.

Pasa después al mundo astral, en el que permanece hasta que desecha el cuerpo astral dejándolo tras sí, como lo verificó antes con el físico; el "cadáver astral" a su vez se desintegra, devuelve sus materiales al mundo astral, disolviéndose todo lo que puede servir de base a los lazos magnéticos necesarios a la memoria.

Prosigue su camino en el cuerpo mental y mora en los niveles rupa del Devachán, en donde vive cientos de años, labrando facultades y gozando del fruto, pero a su debido tiempo retírase también del cuerpo mental, llevando consigo al cuerpo perdurable todo lo que ha reunido y asimilado. Deja tras sí el cuerpo mental, que se desintegra lo mismo que los otros vehículos más densos; pues la materia de que se compone, por más sutil que sea desde nuestro punto de vista, no lo es lo . suficiente para pasar a los niveles superiores del mundo manásico, y tiene que ser desechado para que vuelva a los elementos de su propia región.


Extracto de EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
ANNIE BESANT

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domingo, 10 de octubre de 2021

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Annie Besant 

El Hombre. 

II de IV

Otra señal de progreso es cuando el hombre principia a regular su conducta por conclusiones a que por sí mismo ha llegado en lugar de seguir los impulsos que recibe de afuera; pues entonces actúa con arreglo a su acopio de experiencias, recordando sucesos pasados, comparando los resultados obtenidos por diferentes líneas de conducta, y en su vida, decidiendo la que adopta para la presente. Entonces principia a predecir, a prever, a juzgar el porvenir por el pasado, a razonar de antemano recordando lo que ha sucedido antes, y cuando hace esto, es que ya existe en él un desarrollo bien claro como hombre. Puede estar aún limitado a funcionar en su cerebro físico; puede que fuera del mismo sea todavía inactivo, pero esto, no obstante, es una conciencia que se desarrolla y que principia a comportarse como individual, que escoge su propio camino en lugar de vagar impulsada por las circunstancias, o de seguir la línea de conducta que de afuera le imprimen.

El desarrollo del hombre se muestra de este modo definido, desenvolviendo más y más lo que se llama carácter, y más y más fuerza de voluntad.

Las personas de voluntad poderosa y los débiles se distinguen por su diferencia en este sentido: 

el hombre débil es impulsado por influencias externas, atracciones y repulsiones, al paso que el fuerte, sigue impulsos internos propios, y se hace siempre dueño de las circunstancias, poniendo en juego fuerzas apropiadas, y guiándose para ello, por su acopio de experiencias acumuladas. 

Este acopio que el hombre ha reunido y acumulado durante muchas vidas, se hace más y más eficaz a medida que se educa y refina el cerebro físico, y se hace, por tanto, más receptivo; el acopio existe en el hombre, pero éste no puede emplear sino aquella parte que puede imprimir en la conciencia física. El hombre mismo tiene la memoria y razona; el hombre mismo juzga, escoge y decide, pero tiene que hacerlo todo por medio de sus cerebros físico y etéreo; tiene que obrar y trabajar con su cuerpo físico, con su mecanismo nervioso y el organismo etéreo relacionado con éste.

A medida que el cerebro se hace más impresionable, a medida que él mejora los materiales del mismo y lo domina mejor, puede expresar su naturaleza propia cada vez con mayor perfección.

¿Cómo debemos nosotros, los hombres vivos, educar nuestros vehículos de conciencia a fin de que sirvan mejor de instrumento? Ahora no estamos estudiando el desarrollo físico del vehículo, sino su educación por la conciencia que lo usa como un instrumento del pensamiento: el hombre que ha dirigido su atención a mejorar físicamente su vehículo, debe decidirse a educarlo de modo que responda pronta y consecutivamente a los impulsos que le transmite; y para obtener este resultado tiene que principiar por pensar él mismo consecutivamente, y enviando así al cerebro impulsos relacionados, lo acostumbrará a trabajar ordenadamente por medio de grupos de moléculas enlazados en lugar de emplear vibraciones accidentales sin conexión. El hombre es el que inicia y el cerebro sólo imita; y una costumbre de pensar descuidada y vaga, hace contraer al cerebro la costumbre de formar grupos vibratorios inconexos.

La educación tiene dos gradaciones: el hombre al determinarse a pensar consecutivamente, ejercita su cuerpo mental en el enlace de los pensamientos, en lugar de detenerse aquí y allí de modo causal; y luego pensando de esta forma, educa al cerebro que vibra en contestación a su pensamiento.

De este modo, el organismo físico, esto es, el organismo nervioso y el etéreo, adquieren el hábito de obrar de una manera sistemática; y cuando su dueño los necesita, responden fácil y ordenadamente, hallándose prontos a sus órdenes. Entre un vehículo de conciencia así ejercitado y uno sin educación alguna, hay la diferencia que entre las herramientas de un obrero descuidado, que las deja sucias y embotadas, impropias para el uso, y las del hombre que las atiende, las aguza y limpia; de modo que cuando las necesita, las halla prontas y las puede usar para la obra que desea llevar a cabo, y así debe estar el vehículo físico, pronto siempre a responder a las necesidades de la mente.

El resultado de una obra así constante sobre el cuerpo físico, no se limitará en modo alguno a la capacidad progresiva del cerebro; pues cada impulso que se envía al cuerpo físico tiene que pasar por el vehículo astral, y produce su efecto allí también; y según hemos visto, la materia astral responde más fácilmente que la física a las vibraciones del pensamiento, siendo, por tanto, el efecto que produce en el cuerpo astral semejante método de acción como el que hemos descrito, proporcionalmente mayor.

Bajo su impulso, el cuerpo astral adquiere contornos más definidos y una condición bien organizada, como ya se ha dicho; cuando el hombre ha llegado a dominar el cerebro, cuando ha aprendido a concentrarse, cuando puede pensar como quiere y cuando quiere, tiene lugar un desarrollo correspondiente en lo que -si está físicamente consciente de ello- considerará como su vida de ensueños; sus sueños se harán vívidos, muy sostenidos, racionales y hasta instructivos; y es que el hombre principia a funcionar en el segundo de sus vehículos de conciencia, o sea en el cuerpo astral; es que entra en la segunda gran región o plano de conciencia; y actúa allí en el vehículo astral aparte del físico. Consideremos por un momento la diferencia entre dos hombres, ambos "completamente despiertos", uno de los cuales usa inconscientemente el cuerpo astral como puente entre la mente y el cerebro, y el otro lo emplea conscientemente como un vehículo.

El primero ve del modo ordinario limitadísimo porque su cuerpo astral no es aún un vehículo de conciencia efectivo; el segundo usa la visión astral, y no se halla ya limitado por la materia física: ve a través de todos los cuerpos físicos, ve por detrás, así como de frente; las paredes y otras substancias "opacas" son para él tan transparentes como el cristal; ve las formas astrales y también los colores, las auras, los elementales y demás. Si va a un concierto, ve combinaciones gloriosas de colores a medida que la música se eleva; si asiste a una conferencia, ve los pensamientos del orador en colores y formas, y adquiere así una comprensión mucho más completa de sus pensamientos que cualquiera otro que solamente percibe las palabras habladas; pues los pensamientos que se expresan en símbolos, como palabras, se manifiestan como formas coloreadas y musicales; revestidas de materia astral, se imprimen en el cuerpo astral.

Cuando la conciencia está completamente despierta en aquel cuerpo, recibe y anota todas estas impresiones nuevas; y muchas personas, si se examinan a sí mismas atentamente, verán que en realidad toman del orador mucho más que lo que las meras palabras aportan, aún cuando no se haya dado cuenta de ello cuando estaban escuchando. Muchos encontrarán en su memoria más de lo que el orador diga, como una especie de sugestión que continuase el pensamiento, como si hubiese algo alrededor de las palabras y las hiciese significar más de lo que expresaran con el mero sonido, y esta experiencia demostraría que el vehículo astral se está desarrollando; ya medida que el hombre se ocupa de su modo de pensar y usa inconscientemente el cuerpo astral; éste se perfecciona más y más en su organización.

La "inconsciencia" durante el sueño es debida, ya a la falta de desarrollo del cuerpo astral, ya a la falta de relación entre éste y el cerebro físico. El hombre usa del cuerpo astral durante el estado de vigilia, enviando corrientes mentales al cerebro físico por medio del astral; pero cuando el cerebro físico, por el cual está el hombre acostumbrado a recibir las impresiones externas, no está en uso activo, es como David en la armadura que no había probado: no es tan susceptible a las impresiones que le vienen sólo por conducto del cuerpo astral, a cuyo uso independiente no está acostumbrado. Por otra parte, puede llegar a saber usarlo independientemente en el plano astral, y sin embargo, no tener conciencia de ello al volver al cuerpo físico -lo cual es otro grado en el lento progreso del hombre-, principiando así a emplearlo en su mundo respectivo, antes de llegar a relacionar este mundo con el interior.

Finalmente llega a relacionarlos, y entonces pasa con toda conciencia de un vehículo a otro y se halla libre en el mundo astral; ha engrandecido el área de su conciencia en el estado de vigilia, incluyendo en ella el plano astral: de modo que actuando en el cuerpo físico, dispone a la vez por completo de los sentidos astrales, y puede decirse que vive al mismo tiempo en dos mundos, sin que entre uno y otro haya interrupción ni vacío alguno, y entonces su percepción del mundo físico es como la de un ciego de nacimiento que abriese los ojos a la luz.

En el grado siguiente de su evolución, el hombre principia a obrar conscientemente en el plano tercero o mental; por largo tiempo ha estado obrando en este plano, enviando desde él todos los pensamientos que toman forma activa en el mundo astral y se manifiestan en el físico por medio del cerebro. Así que se hace consciente en el cuerpo mental, o sea su vehículo mental, ve que cuando piensa crea formas, y se hace cargo de este acto creador, poder que hasta entonces había ejercido inconscientemente. El lector podrá quizás recordar, que en una de las cartas citadas en el Occult World (Mundo Oculto), un Maestro dice que todos los hombres crean formas mentales, pero hace la distinción entre el hombre común y el Adepto. (Empleamos aquí la palabra Adepto en un sentido muy amplio, incluyendo Iniciados de varios grados muy por debajo de un "Maestro").

En este estado del progreso, el hombre aumenta considerablemente sus aptitudes para hacer bien; pues cuando puede crear conscientemente una forma mental y dirigirla, forma llamada generalmente un elemental artificial, puede emplearla para obrar en sitios adonde entonces no le convenga ir en su cuerpo mental. De este modo puede obrar tanto desde lejos como de cerca, y aumentar su eficacia; domina a estas formas mentales a distancia, vigilándolas y dirigiéndolas en su obra, y las convierte en agentes de su voluntad. Cuando el cuerpo mental se desarrolla y el hombre vive y obra en él conscientemente, conoce la vida más amplia y grande que tiene en el plano mental; mientras permanece en el cuerpo físico, al mismo tiempo que por su medio está consciente de cuanto le rodea en el plano del mismo, hállase completamente alerta y activo en el mundo superior, y no necesita dormir al cuerpo físico para gozar de las facultades devachánicas.

Generalmente emplea el sentido devachánico, recibiendo por su conducto impresiones de todas clases del plano mental, de modo que percibe todo el trabajo mental de otros, lo mismo que percibe sus movimientos corporales.

Cuando el hombre ha alcanzado este estado de desarrollo, el cual es relativamente elevado con referencia al término medio de la humanidad, aunque inferior comparado con el que aspira obtener, funciona entonces conscientemente en su tercer vehículo o cuerpo mental, se hace cargo de todo lo que hace en él, y experimenta los poderes así como las limitaciones del mismo. Necesariamente también aprende a distinguir entre el vehículo que usa y él mismo, y entonces siente el carácter ilusorio del "yo" personal, el "yo" del cuerpo mental, no el del hombre, y se identifica conscientemente con la individualidad que reside en aquel cuerpo superior, el causal que mora en los subplanos más elevados, los del mundo arupa. Ve que él, el hombre, puede desprenderse del cuerpo mental, puede dejarlo atrás y elevarse más, permaneciendo, sin embargo, el mismo; entonces conoce que las muchas vidas no son, en verdad, más que una, porque él, el hombre viviente, permanece el mismo en todas ellas.

Extracto de EL HOMBRE Y SUS CUERPOS
ANNIE BESANT

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domingo, 3 de octubre de 2021

share, # 2. Espejismo en el Plano Astral. Espejismo.

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Djwhal Khul ~ Espejismo en el Plano Astral. Espejismo.

# 2. Espejismo en el Plano Astral. Espejismo.


He tratado el problema de la ilusión o el espejismo en el plano mental. Lo he hecho breve y sucintamente, señalando que no constituye primordialmente el mayor problema de este grupo de aspirantes sino que ellos, conjuntamente con el aspirante mundial, la humanidad, se ocupan principalmente del espejismo. Esos aspirantes, que se destacan de la humanidad común, cuya tarea consiste en enfrentar el espejismo mundial y forjar un camino a través de él, tienen el trabajo de liberar la energía del alma y el poder de la mente. Ustedes deben secundar a estas almas precursoras, comprendiendo la magnitud de la oportunidad y la inminencia de la hora de liberación.

Están al borde del discipulado aceptado. Ello significa que muy pronto, a la lucha contra el espejismo han de sumar la lucha contra la ilusión. ¿Son suficientemente fuertes para ello?. No olviden que el discípulo que se ocupa de satisfacer la aspiración de su naturaleza y lucha también con los problemas resultantes de la polarización y la percepción mentales y de las energías que entran en actividad por medio del contacto con el alma, se está convirtiendo rápidamente en una personalidad integrada. Por lo tanto, la tarea no es fácil y reclama una actividad concentrada, de lo mejor de su ser. Con esta frase quiero significar la aspiración del alma y la de la personalidad.

En cierta medida ya están luchando con la ilusión de las ideas, que traté en mi última instrucción, comenzando así a desarrollar esa discriminación que los conducirá a la correcta elección de los móviles de la vida. En esta instrucción trato de arrojar alguna luz sobre el espejismo que enfrenta el discípulo, como individuo, y considerar también el aspecto del espejismo que ha de enfrentar como servidor mundial en entrenamiento.

Hablando simbólicamente, les diré que el cuerpo astral planetario (observado desde los niveles del alma) está perdido en las profundidades de la bruma que lo envuelve. Durante la noche, al observar un cielo despejado, se ven estrellas, soles y planetas brillando con un fulgor claro y frío y una luz centelleante que atraviesa muchos millones de millas (o años luz, como se los denomina), hasta que el ojo humano capta y registra la existencia de esas brillantes estrellas. Sin embargo, si observan el cuerpo astral del planeta, siempre que puedan hacerlo, no verán ese claro fulgor sino simplemente una lóbrega esfera con apariencia de vapor, niebla y bruma bruma de tal densidad y espesor que indicaría ser no sólo impenetrable sino de condiciones desfavorables para la vida. A pesar de ello, nosotros, los Instructores de lo interno, vamos y venimos y la atravesamos; en esa bruma –viendo todas las cosas deformadas y distorsionadas trabajan los hijos de los hombres.

Algunos están tan habituados a la bruma y a la densidad que no se enteran de su existencia, considerándolas correctas y buenas y un lugar irreemplazable para vivir. Otros han captado tenues vislumbres de un mundo más luminoso, en el que pueden verse formas y figuras más perfectas, donde la bruma no oculta una realidad tenuemente percibida aunque no sepan qué es esa realidad. Aún otros, como por ejemplo ustedes, ven ante sí un sendero abierto que conduce a la clara luz del día. Sin embargo ignoran todavía que a medida que recorren el sendero, y en el Sendero mismo, deben trabajar activa e inteligentemente con el circundante espejismo, siguiendo la huella marcada por aquéllos que se han liberado de las nieblas circundantes y han pasado a un mundo de horizontes más claros. Gran parte del tiempo empleado por los discípulos en el Sendero constituye un proceso de inmersión casi cíclica en el espejismo y la bruma, alternando con momentos de claridad y visión.

Cuatro cosas necesitan captar los que trabajan con el espejismo; cuatro reconocimientos básicos que, cuando se comprendan, servirán para aclarar e iluminar y, por lo tanto, enderezar su camino:


1. Cada ser humano se encuentra en un circundante mundo de espejismo, resultado de:

a. Su propio pasado, con su erróneo pensar, sus deseos egoístas y la errónea interpretación del propósito de la vida. No hay ni ha habido comprensión del designado propósito de la vida, tal como lo ha visualizado el alma, y no podrá haberlo hasta que no exista cierta definida organización del cuerpo mental.

b. La "vida de deseo", pasada y presente, de su familia, la cual se hace cada vez más poderosa a medida que transcurre la evolución; la vida de deseo del grupo familiar se acentúa y destaca, constituyendo entonces tendencias y características sicológicas heredadas y manifestadas.

c. El espejismo nacional, suma total de la vida de deseo, más las ilusiones de cualquier nación. Estas características se denominan nacionales y son tan persistentes y marcadas que se las reconoce generalmente como encarnando rasgos sicológicos nacionales. Están basadas, por supuesto, en las tendencias de rayo, la historia y las interpretaciones mundiales, y constituyen en sí mismas un espejismo, del cual debe zafarse cada nación a medida que avanza hacia la comprensión de la realidad y su identificación con ella.

d. Una ampliación de la idea anterior hasta abarcar lo que llamamos espejismo racial, empleando la palabra raza para denominar a la humana. Constituye un espejismo o serie de espejismos muy antiguos, deseos arraigados, poderosas aspiraciones de cualquier clase, y definidas formas de creación humana que fluídas, envolventes y palpitando con vida dinámica tratan de retener la conciencia de la humanidad en el plano astral. Este espejismo lo constituye el dinero y su valor material, deseo ilusorio que se extiende como densa bruma, obstruyendo la visión de la verdad y distorsionando la mayor parte de los valores humanos.


2. Se ha de comprender que esta bruma, espejismo que envuelve a la humanidad en esta época, es una cosa sustancial y definida y ha de tratársela como tal. El discípulo o aspirante que intente disipar el espejismo, ya sea en su propia vida o como servicio prestado al mundo, debe reconocer que está trabajando con sustancia, destruyendo las formas que ha asumido y desintegrando la sustancia material omniabarcante, que es materia en el mismo sentido en que las formas mentales son cosas sustanciales pero (y he aquí un punto muy importante) de naturaleza menos sustancial que las formas adoptadas por el espejismo en el plano astral. Siempre nos inclinamos a considerar que los pensamientos "son cosas" que tienen vida, forma y un propósito propios. Sin embargo, poseen una existencia más singular y separada, con contornos claramente definidos y delineados. Las formas que adopta el espejismo en el plano astral son más sustanciales, pero menos definidas.

Las formas mentales son dinámicas, penetrantes, bien definidas y delineadas. Los espejismos son sofocantes, difusos y envolventes. El individuo se sumerge en ellos como en un océano o "mar de niebla". Las formas mentales lo enfrentan, pero no lo sumergen. Podría decirse que el cuerpo astral de una persona viene a la existencia como parte del espejismo mundial general; le resulta difícil diferenciar entre su propio cuerpo astral y los espejismos que lo afectan, lo impelen y lo sumergen. Su problema, en el plano mental, es más claro y definido, aunque igualmente difícil.


3. El espejismo astral constituye una forma de energía de gran potencia debido a tres factores:

a. Constituye un ritmo tan antiguo, inherente a la sustancia astral misma, que le resulta difícil al ser humano percibirlo o comprenderlo, siendo el resultado de una larga actividad del deseo humano.

b. Es parte integrante de la propia energía del hombre, que es para él la línea de menor resistencia y parte también de un gran proceso mundial y del proceso de la vida individual; en sí mismo no es erróneo, sino un aspecto de la realidad. La comprensión de esto complica lógicamente las ideas del hombre al respecto.

c. Además es de naturaleza definidamente atlante, habiendo llegado a una etapa muy elevada de desarrollo en esa raza, En consecuencia, sólo puede ser disipado finalmente por la raza aria, utilizando la correcta técnica. El individuo que está aprendiendo a disipar el espejismo tiene que hacer dos cosas:

1. Permanecer en el ser espiritual.

2. Mantener la mente firme en la luz.

Por lo antedicho puede deducirse que la energía del plano astral, a medida que se expresa en la sensual vida de deseo de la raza, produce los principales espejismos de la humanidad, que sólo pueden ser disipados, dispersados y disgregados mediante la introducción de la energía superior de la mente, impulsada por el alma.


4. Los espejismos que esclavizan a la humanidad son:

a. El espejismo del materialismo.
b. El espejismo del sentimiento.
c. El espejismo de la devoción.
d. El espejismo de los pares de opuestos.
e. El espejismo del Sendero.


Permítanme ahora elucidar más detalladamente estos espejismos.

El espejismo del materialismo es la causa de la presente angustia mundial, pues lo que llamamos problema económico no es más que el resultado de este espejismo particular. En el transcurso de las épocas este espejismo ha despertado cada vez más el interés de la raza, hasta que hoy todo el mundo ha sido arrastrado al ritmo de los intereses monetarios. Siempre ha existido un ritmo que emana de los niveles del alma, establecido por Aquéllos que se han liberado del control de las necesidades materiales, de la esclavitud del dinero y del amor a las posesiones. Actualmente ese ritmo superior es proporcional al espejismo de ritmo inferior, y de allí que todo el mundo piensa cómo salir de la actual encrucijada materialista. Esas almas que permanecen en la luz, y se hallan en la cumbre de la montaña de la liberación, y las que están saliendo de las brumas del materialismo, son bastante como para realizar un trabajo definido en conexión con la disipación de este tipo de espejismo.

La influencia de sus pensamientos, palabras y vidas puede efectuar, y efectuará, un reajuste de valores y logrará establecer un nuevo nivel de vida para la raza, basados en una clara visión, un correcto sentido de proporción y en la comprensión de la verdadera naturaleza de la relación que existe entre el alma y la forma, el espíritu y la materia. Aquello que llenará una necesidad vital y real, siempre existe dentro del plan divino. Lo que es innecesario para la correcta expresión de la divinidad y para una vida plena y rica puede ser obtenido y poseído, pero únicamente a costa de perder lo más real y de la negación de lo esencial.

Sin embargo, los estudiantes deben recordar que lo necesario varía de acuerdo a la etapa de evolución alcanzada por el individuo. Para algunas personas, por ejemplo, el poseer cosas materiales puede ser una experiencia espiritual tan grande y una enseñanza tan poderosa en la vida, como los anhelos más elevados y los requisitos menos materiales del místico o del ermitaño. Estamos clasificados de acuerdo a nuestras acciones, al punto de vista y al lugar que ocupamos en la escala evolutiva. Realmente se nos clasifica por nuestro punto de vista y no por lo que le exigimos a la vida. El hombre espiritualmente orientado, que ha puesto sus pies en el Sendero de Probación y no trata de expresar sus convicciones, será juzgado tan duramente y pagará tan elevado precio como el más materialista aquél cuyos deseos están centrados en las cosas sustanciales. Tengan esto en cuenta y no se erijan en jueces ni desprecien a nadie.

El espejismo del materialismo comienza a disminuir perceptiblemente. Los pueblos del mundo están entrando en la experiencia del desierto; allí se darán cuenta de cuán poco se necesita para llevar una vida plena y adquirir experiencia y verdadera felicidad. El insaciable deseo de las posesiones no es considerado tan honorable como antes, y el deseo por las riquezas ya no genera codicia como en la primitiva historia racial. Las cosas y las posesiones se deslizan de las manos de quienes hasta ahora las sujetaban; sólo cuando el hombre permanezca con las manos vacías y adquiera una nueva norma de valores recuperará el derecho a la propiedad y a la posesión. Cuando el hombre carezca de deseos y no busque nada para el yo separado, recuperará la responsabilidad por los bienes materiales; entonces su punto de vista estará libre de ese espejismo particular y las brumas del deseo astral serán aminoradas.

Muchas otras formas de ilusión pueden aún dominar, pero el espejismo del materialismo habrá desaparecido, siendo el primero destinado a hacerlo. Convendría que los estudiantes recordaran qué clase de posesiones y objetos materiales ya sea el dinero, una casa, un cuadro, un automóvil tienen una vida propia intrínseca, una emanación propia y una actividad que es esencialmente la de su innata estructura atómica puesto que un átomo es una unidad de energía activa. Esto produce su contraparte en el mundo de la vida etérica y astral, aunque no en el mundo mental. Estas formas sutiles y emanaciones características aumentan la potencia del mundo de deseo, contribuyen al espejismo mundial y forman parte de ese grande y poderoso mundo brumoso que se halla en el arco involutivo, en el cual están sumergidos quienes se hallan en el arco ascendente.

Los Guías de la Raza sienten la necesidad de estar alerta, mientras las fuerzas iniciadas por el hombre mismo proceden a despojarlo y liberarlo para que pueda caminar en el desierto. Allí, en las así denominadas circunstancias propicias, puede reajustar su vida y cambiar su modo de vivir, descubriendo, de esta manera, que la liberación de las cosas materiales acarrea consigo su propia belleza y recompensa, su propia alegría y gloria. Así es liberado para vivir la vida de la mente.

El espejismo del sentimiento mantiene esclavizada a la gente buena del mundo en una densa bruma de reacciones emocionales. La raza ha llegado a una etapa donde los hombres de buenas intenciones, que poseen real comprensión, se han liberado en parte del amor al oro (forma simbólica de referirme al espejismo del materialismo), truecan dicho deseo por el deber, las responsabilidades, el efecto que producen sobre otros y la comprensión sentimental de la naturaleza del amor. El amor, para mucha gente, en realidad para la mayoría, no es realmente amor sino una mezcla de deseo de amar y deseo de ser amado, más un deseo de realizar cualquier cosa para demostrar y evocar este sentimiento y, en consecuencia, sentirse más cómodo en su propia vida interna. El egoísmo de la persona que desea ser altruista es grande.

Hay algunos sentimientos tributarios que convergen alrededor del sentimiento o deseo de demostrar esas características amables y agradables, evocando la correspondiente reciprocidad hacia el seudo amante o servidor, que aún está rodeado completamente por el espejismo del sentimiento.

Este seudo amor, basado principalmente en la teoría del amor y el servicio, caracteriza a innumerables relaciones humanas, tales como las existentes entre marido y mujer o padres e hijos. Ilusionados por un sentimiento hacia ellos y conociendo muy poco el amor del alma, que es libre en sí mismo y deja libres también a otros, deambulan en una densa bruma, hundiendo a menudo con ellos a quienes desean servir, esperando recibir afecto recíproco. Reflexionen sobre la palabra "afecto" y obtendrán su verdadero significado. Afecto no es amor, sino ese deseo que expresamos mediante un esfuerzo del cuerpo astral, afectando esa actividad nuestros contactos; tampoco es el espontáneo altruísmo del alma que no pide nada para el yo separado. Este espejismo del sentimiento aprisiona y confunde a toda la gente buena del mundo, imponiéndole obligaciones que no existen y produciendo un espejismo que debe ser disipado oportunamente mediante la difusión del amor verdadero y desinteresado.

Sólo trato brevemente de estos espejismos pues cada uno de ustedes puede elaborarlo por sí mismo y descubrir cuál es el lugar que ocupan en el mundo de la bruma y del espejismo. De esta manera, con conocimiento, pueden empezar a liberarse del espejismo del mundo.

El espejismo de la devoción hace que muchos discípulos probacionistas vaguen en círculos alrededor del mundo de deseos, Afecta primordialmente a las personas de sexto rayo, y es particularmente potente en esta época debido a la larga actuación del sexto Rayo de Devoción, durante la Era de Piscis, que está rápidamente pasando. Constituye hoy uno de los espejismos más potentes para el aspirante verdaderamente dedicado a una causa, a un instructor, a un credo, a una persona, a un deber o a una responsabilidad. Mediten sobre ello.

Este inofensivo deseo, que los enfrenta en determinada línea de idealismo, se hace marcadamente ofensivo tanto para ellos como para otros, porque debido a este espejismo devocional son arrastrados al ritmo del espejismo mundial, que constituye esencialmente la bruma del deseo. El deseo poderoso, sobre determinada línea, cuando ofusca la visión amplia y encierra al hombre dentro del pequeño círculo de su propio deseo, para satisfacer su sentimiento de devoción, es tan obstaculizador como cualquier otro espejismo, y muy peligroso debido al hermoso colorido que toma la bruma resultante. El hombre se pierde en una arrobadora bruma de su propia creación, que emana de su cuerpo astral y está compuesta del sentimentalismo de su propia naturaleza respecto a su propio deseo y devoción hacia el objeto que atrae su atención.

Para todos los verdaderos aspirantes, debido a la acrecentada potencia de sus vibraciones, este sentimiento devocional, puede ser particularmente dificultoso y provocar un prolongado aprisionamiento. Un ejemplo de ello es el sentimiento devocional que los discípulos probacionistas expresan hacia los Maestros de la Sabiduría bajo el espejismo del éxtasis. Alrededor de los nombres de los Miembros de la Jerarquía y de Su Trabajo, del trabajo de los iniciados y discípulos disciplinados (observen esta frase), se ha creado un poderoso espejismo que Les impide siempre llegar al discípulo, o que el discípulo llegue a Ellos. No es posible penetrar el denso espejismo de la devoción que, vibrando con vida extática o dinámica, emana de la energía concentrada del discípulo que actúa aún a través del centro del plexo solar.

Para este espejismo existen ciertas reglas muy antiguas: Hacer contacto con el Yo más grande por medio del Yo superior, perdiendo de vista al pequeño yo y a sus reacciones, deseos e intenciones, o con el amor puro del alma, que no se personaliza ni intenta ser reconocido, puede entonces afluir al mundo del espejismo que circunda al devoto y desaparecerán las brumas de su devoción de las cuales se enorgullece.

En el Sendero de Probación sobreviene la oscilación conscientemente registrada, entre los pares de opuestos, hasta que es visto y emerge el camino del medio. Esta actividad produce el espejismo de los pares de opuestos, de naturaleza densa y brumosa, matizada unas veces por la alegría y el gozo, otras por la tristeza y la depresión, a medida que el discípulo oscila entre las dualidades. Este estado persiste mientras se da importancia al sentimiento sentimiento que va desde la gran alegría que el hombre siente cuando se identifica con el objeto de su devoción o aspiración, o sucumbe a la más negra desesperación y sensación de frustración cuando fracasa en hacerlo. Todo esto, sin embargo, es de naturaleza astral y de cualidad sensoria y no pertenece al alma. Este espejismo aprisiona a los aspirantes durante muchos años y a veces durante muchas vidas.

Cuando el discípulo se libera del mundo del sentimiento y se polariza en el mundo de la mente iluminada, disipa este espejismo, que es parte de la gran herejía de la separatividad. En el momento en que el hombre divide su vida en triplicidades (como inevitablemente lo hace cuando se ocupa de los pares de opuestos y se identifica con uno de ellos) sucumbe al espejismo de la separación. Quizás este punto de vista podrá ser una ayuda o continuar siendo un misterio, porque el secreto del espejismo mundial se halla oculto en el concepto de que esta triple diferenciación vela el secreto de la creación. Dios Mismo ha producido los pares de opuestos espíritu y materia y también el camino medio, el de la conciencia o aspecto alma. Recapaciten profundamente sobre este
concepto.

La triplicidad de los pares de opuestos y el estrecho camino que los equilibra, el noble sendero medio, es el reflejo en el plano astral de las actividades del espíritu, el alma y el cuerpo; de la vida, la conciencia y la forma, los tres aspectos de la divinidad siendo todos divinos.

A medida que el aspirante aprende a liberarse de los espejismos con que ha hecho contacto, descubre otro mundo de bruma y niebla, a través del cual parece extenderse el Sendero y por el que debe penetrar para liberarse de los espejismos del Sendero. ¿Cuáles son estos espejismos? Estudien las tres tentaciones de Jesús, si quieren saberlo con exactitud. Analicen el efecto que producen, sobre el pensamiento del mundo, las escuelas de autoafirmación, las cuales recalcan la divinidad (aplicada en forma materialista); estudien el fracaso de los discípulos debido al orgullo, a los complejos de salvador y servidor del mundo y a las diversas distorsiones de la realidad, que el hombre encuentra en el Sendero, lo cual dificulta su progreso y malogra el servicio que debe prestar a otros.

Recalquen en sus mentes la espontaneidad de la vida del alma y no la malogren con el espejismo de una aspiración elevada, egoístamente interpretada, ni por la propia centralización, inmolación, agresividad y afirmación al realizar el trabajo espiritual, pues estos son algunos de los espejismos del Sendero.

Más adelante consideraremos el espejismo en el plano etérico y el tema respecto al Morador en el Umbral, completando así el breve delineamiento de nuestro problema, que la primera parte de esta enseñanza estaba destinada a impartir.

Antes de abordar detalladamente este tema, quisiera agregar algo más a lo ya considerado sobre el problema del espejismo. En la última instrucción dada elaboré el tema de los distintos tipos de espejismo y les transmití el concepto de la gran importancia que tienen en la vida individual. El campo de batalla, para el hombre que se encuentra cerca del discipulado aceptado o que se halla en el sendero del discipulado, en sentido académico, es principalmente el del espejismo. Éste es el mayor problema y su solución es inminente y urgente para todos los discípulos y aspirantes avanzados. Les resultará evidente por qué razón se ha puesto el énfasis sobre la necesidad de estudiar el Raja Yoga y someterse a su disciplina durante la época Aria. Sólo por medio del Raja Yoga puede un hombre mantenerse firme en la luz, y sólo por medio de la iluminación y el logro de una clara visión pueden disiparse finalmente las brumas y los miasmas del espejismo.

Sólo cuando el discípulo aprende a mantener su mente "firme en la luz", cuando los rayos de la luz pura irradian desde el alma, el espejismo podrá ser descubierto, percibido y reconocido por lo que esencialmente es, haciéndolo desaparecer en la misma forma que las nieblas de la tierra se disuelven ante los rayos del sol naciente. Por lo tanto les aconsejo que presten más atención a la meditación, cultivando siempre la capacidad de reflejar y asumiendo la actitud de que son un reflejo manteniendo esto firmemente durante todo el día.

Hallarán de verdadero valor recapacitar profundamente sobre los propósitos para los cuales deben cultivarse la intuición y desarrollarse la mente iluminada, preguntándose si esos propósitos tienen la misma finalidad y están sincronizados con el factor tiempo. Descubrirán entonces que sus objetivos difieren y los efectos de su pronunciado desarrollo sobre la vida de la personalidad son también distintos. El espejismo no es disipado por medio de la intuición ni la ilusión es superada por el empleo de la mente iluminada.

La intuición es un poder superior al de la mente y una facultad latente en la Tríada espiritual; es el poder de la razón pura, una expresión del principio búdico y se halla más allá del mundo del ego y de la forma. Sólo cuando el hombre llega a ser un iniciado, le es posible utilizar normalmente la verdadera intuición. Con esto quiero significar que la intuición puede actuar fácilmente, como principio o mente, en el caso de una persona que posee una inteligencia activa. Sin embargo se hará sentir mucho antes, en casos extremos o urgentes.

Iluminación es lo que deben buscar la mayoría de los aspirantes (como los de este grupo); han de cultivar el poder de emplear la mente como un reflector de la luz del alma, dirigiéndola a los niveles del espejismo y, por lo tanto, disipándolo. La dificultad reside en hacerlo en medio del sufrimiento y de las decepciones producidas por el espejismo. Requiere apartarse mentalmente, en pensamiento y deseo, del mundo en el cual la personalidad actúa habitualmente, centrando la conciencia en el mundo del alma, para aguardar allí silenciosa y pacientemente los acontecimientos, sabiendo que la luz brillará y la Iluminación vendrá oportunamente.

La profunda desconfianza respecto a las propias reacciones hacia la vida y circunstancias es de valor cuando tales reacciones despiertan crítica, separatividad u orgullo. Las cualidades mencionadas, frecuentemente engendran el espejismo. Son esotéricamente "las características del espejismo". Mediten sobre esto. Si un hombre puede liberarse de estas tres características, está bien encaminado para abandonar y disipar todo espejismo. Elijo mis palabras cuidadosamente a fin de llamarles la atención.

La ilusión es disipada, rechazada y eliminada mediante el uso consciente de la intuición. El iniciado se protege del mundo de la ilusión, de las formas y de los atractivos impulsos de la naturaleza de la personalidad, y con ello por medio del aislamiento hace contacto con la realidad, existente en todas las formas, oculta hasta ahora por el velo de la ilusión. Ésta es una de las paradojas del Sendero. El aislamiento y la protección correctas conducen a las correctas relaciones y a los correctos contactos con lo real; producen una oportuna identificación con la realidad, mediante la propia protección contra lo irreal. Ésta es la idea que se halla oculta en las enseñanzas contenidas en el "Libro Último" de los Aforismos de Patanjali, siendo a menudo mal interpretadas y su significado tergiversado y convertido en un argumento a favor de un tipo erróneo de aislamiento, por aquéllos que tienen tendencia separatista y fines egoístas.

El alma disipa la ilusión, empleando la facultad de la intuición. La mente iluminada disipa el espejismo.


Quiero señalar aquí que muchos aspirantes bien intencionados fracasan en este punto, debido a que cometen dos errores:


1. No discriminan entre ilusión y espejismo.

2. Se esfuerzan en disipar el espejismo empleando un método que consideran correcto invocando al Alma, cuando en realidad necesitan emplear la mente en forma correcta.

Sin embargo, cuando se está en medio de las brumas y espejismos, resulta mucho más fácil autosugestionarse creyendo que se está "invocando al alma", en vez de someter la naturaleza astral y emocional a los efectos que produce el pensamiento intenso y severo, usando la mente como el instrumento por el cual puede ser disipado el espejismo. Aunque parezca extraño, “invocar al alma", con el fin de disipar el espejismo, puede conducir (y frecuentemente conduce) a intensificar la dificultad. La mente es el medio por el cual puede llegar la luz a todos los problemas del espejismo, y los estudiantes deberán tener siempre presente este concepto en la conciencia. El proceso consiste en vincular la mente con el alma y luego enfocarse conscientemente y con precisión en la naturaleza mental o cuerpo mental, y no en el alma o la forma egoica. Luego, mediante el análisis, la discriminación y el correcto pensar, se comienza a encarar el problema del espejismo.

La dificultad reside frecuentemente en que los discípulos no reconocen el espejismo, resultando difícil dar una regla concisa e infalible por la cual pueda lograrse ese reconocimiento. Sin embargo, puede afirmarse que el espejismo siempre se halla donde existe:


1. Crítica, cuando con un cuidadoso análisis se demuestra que es injustificada.

2. Crítica, donde no hay responsabilidad personal. Con esto quiero decir donde no es el lugar ni el deber del hombre criticar.

3. Orgullo, por lo realizado o por la satisfacción de ser un discípulo.

4. Cualquier sentido de superioridad o tendencia separatista.

Podrían darse muchas otras claves para reconocer correctamente el espejismo, pero si prestaran mucha atención a las cuatro sugerencias dadas, liberarían perceptiblemente sus vidas de la influencia del espejismo y, en consecuencia, serían de más utilidad a sus semejantes. Me he esforzado en darles una ayuda práctica en la enconada lucha entre los pares de opuestos, causa principal del espejismo.

Extracto de "Espejismo"
Por el Maestro Tibetano Djwhal Khul
(Alice A. Bailey)

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